Henri Cartier-Bresson

El fotógrafo francés es, por antonomasia, el padre del fotorreportaje como lo conocemos. Nacido el 22 de agosto de 1908 en Chanteloup-en-Brie, cerca de París, Henri Cartier-Bresson sus fotografías fueron catalogadas como “imágenes a hurtadillas”.
La mayor influencia de Cartier-Bresson en el mundo de la fotografía es su creencia para captar el “momento decisivo”. Y es que las imágenes de Bresson están cargadas de paciencia, y, sobre todo,  de momentos únicos que solo podrían haberse retratado si el artista estaba preparado para tomar la fotografía en ese momento justo.Tras estudiar pintura en la universidad, Cartier-Bresson se sumerge en el surrealismo que se vive en París en los años 30. Esto queda claramente retratado en sus primeras instantáneas, pero desaparece a medida que se va haciendo en él la idea de dedicarse a los fotorreportajes. Con su primera cámara, se va inclinando más hacia la práctica fotográfica que a la pintura, que mantendrá hasta 1970 como su principal forma artística.
En 1947 funda, junto a Robert Capa, Bill Vandivert, David Seymour y George Rodger la archiconocida Agencia Magnum Photo, una de las primeras cooperativas del mundo de la fotografía. Cada uno de estos fotógrafos tuvo que aportar un capital de 400 dólares y permitió a los fotógrafos libertad a la hora de elegir temas a documentar y la forma en la que trabajar. Esta iniciativa consiguió que muchos más acontecimientos se cubrieran libremente y de forma profesional, sin estar atados a ningún medio de comunicación.
Una de sus peculiaridades como fotógrafo era que nunca recortó los negativos. Éstos se positivaban completos y no se encuadraban o cortaban.
Poco a poco, Cartier-Bresson fue ganando importancia y protagonismo en el mundo del fotoperiodismo. Tuvo la oportunidad de retratar a artistas como Picasso o Henri Matisse, científicos como Marie Curie, a la cantante Edith Piaf o a figuras políticas como Fidel Castro y Ernesto Guevara. Tal fue su importancia que, tras la muerte de Stalin, fue el primer periodista occidental que pudo visitar la URSS.
En el año 2003, poco antes de su muerte, llevó a cabo junto a su mujer, la también fotógrafa Martine Franck, una fundación encargada de reunir sus mejores obras. Con esta iniciativa aseguraba, además, la  protección y el cuidado de su obra tras su muerte.  Tras su marcha en el año 2004 el mundo de la fotografía quedó un poco huérfano. Por suerte aún podemos admirar y disfrutar del trabajo de una de las grandes figuras de la fotografía del Siglo XX.





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